¡Jálalo que es Pargo!

• Ser acapulqueño

Por Jacko Badillo

Haber nacido en Acapulco es una de las mejores cosas que me han pasado. Ser un auténtico acapulqueño es para mí más que un privilegio, una bendición, no solamente porque aquí nací, sino porque aquí viví mi infancia, mi adolescencia, mi juventud y ahora que poco a poco me llega la vida adulta, aquí sigo.

Y también porque aquí vivió mi mamá y vive mi papá, aquí nacieron mi esposa, mis hijos, mis hermanos y la gran mayoría de mi familia. Somos, como se dice, acapulqueños hasta las cachas.

Lo he dicho y lo puedo seguir repitiendo mil y un millón de veces: Amo Acapulco, a mi pueblo, a mi gente, y no solo de dientes para afuera, sino demostrándolo todos los días, con trabajo, con entrega, sirviéndoles con pasión.

Sólo quien lo ha sentido podría describir ese orgullo que hace que el pecho se hinche y la piel se ponga chinita cuando representas a tu ciudad en alguna competencia y subes al pódium de los ganadores. Yo lo he sentido, gracias a Dios, desde niño, compitiendo en la natación y ganando los primeros lugares a nivel estatal, nacional e internacional.

Qué bonito se siente poner en alto el nombre de tu ciudad, ya no se diga el de nuestro glorioso estado y más aún de mi querido México, como la medalla de plata que ganamos representando a nuestro país en el Campeonato Mundial de Pesca en Sudáfrica, ver ondear nuestra bandera mientras se canta el Himno Nacional es algo que no se olvida jamás.

Pero… ¿saben qué es lo mejor y más importante de esto? Que aquí vamos a seguir. Luchando, sirviendo, apoyando, mano con mano y hombro a hombro, junto a los miles de acapulqueñas y acapulqueños que como nosotros queremos una mejor ciudad, un mejor municipio. No somos flor de un día, tampoco producto de la ocurrencia, de la circunstancia, mucho menos de la frivolidad.

Qué bonito y qué orgullo es ser acapulqueño, cien por ciento acapulqueño. Mientras tanto… ¡Jálalo que es Pargo!