Chicotazos

Chicotazos

13 marzo, 2024 0 Por Cuadrante Azul
  • Fiscalía: Lo correcto y lo deseable

Por Francisco Javier Flores V.

El nuevo episodio de lo que pareciera ser una serie sin fin de televisión, en la que se combinan terror, suspenso, drama, conspiraciones, traiciones, sangre y violencia, y que tiene como protagonistas principales a supuestos (dentro de las aulas nunca se les ha visto) estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, se encuentra actualmente entrampado con el caso de la muerte del joven Yanqui Kothan Gómez Peralta, ocurrida el pasado 7 de marzo.

Dicen que el hubiera no existe, pero si desde el primer momento en que se conoció del incidente del que resultó herido el hoy occiso y otro de sus acompañantes, las cosas se hubieran hecho de manera correcta, hoy las autoridades involucradas en el caso no tendrían por qué tratar de explicar con versiones encontradas qué fue lo que realmente pasó.

Estaba claro, desde un principio, que hubo disparos, que de ello resultaron heridos, que algunos de éstos fueron trasladados a un hospital para su atención médica y que en el trayecto o ya dentro del nosocomio uno de ellos falleció. También que quienes protagonizaron estos hechos fueron elementos de la Policía Estatal y jóvenes que se trasladaban en un vehículo (se dijo que con reporte de robo) y que al parecer procedían de una fiesta que se celebraba dentro de las instalaciones de la Normal, en el municipio de Tixtla.

Hasta ahí, por así decirlo, todo bien. Lo siguiente era que la Fiscalía General del Estado, con base en lo que llaman protocolos de actuación para estos casos, se apersonara de inmediato al lugar de los hechos para iniciar las investigaciones y deslindar responsabilidades. Hasta ahí.

Sin embargo, ¿qué fue lo que pasó? La forma poco responsable y falta de compromiso con que desde un principio se condujo esa instancia de procuración de justicia, fue la que desencadenó todo el drama que hasta esta hora (noche de martes 12 de marzo) ha ido creciendo y del que ya incluso forma parte el propio presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien desde su acostumbrada conferencia de prensa mañanera ha hecho algunos comentarios que desafortunadamente y quizá sin que se lo haya propuesto, no abonan mucho a que la maraña se desenrede.

En su primer comunicado emitido respecto a esos hechos fechado el 9 de marzo (2 días después) la FGE más que informar fija postura y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. En principio, admite que hizo acto de presencia “una vez que imperaron condiciones de seguridad y visibilidad para el personal de la Policía Investigadora Ministerial y de los Servicios Periciales”. En otras palabras: ahí con calmita, ya que amaneciera y seguramente almorzaditos y bañaditos, los señores fueron a ver qué habían pasado la tarde-noche anterior allá en el antiguo libramiento a Tixtla.

Esa indolencia combinada con irresponsabilidad y falta de empatía, es lo que desencadenó en lo que hoy se ha vuelto todo un entramado de declaraciones, contradicciones y demás, en donde dolosamente se pretende embarrar a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda cuando es de todos sabido que la Fiscalía General del Estado es un órgano autónomo, y que si ya se le habían presentado a declarar a los tres elementos de la Policía Estatal involucrados en los hechos, era hasta obvio que quedaban bajo su estricta responsabilidad y custodia.

No se justifica, pero sí se explica con base en ello, el por qué este martes los presuntos compañeros del joven que resultó muerto, enfilaran sus acciones radicales y violentas (que de ninguna manera compartimos) solamente hacia el edificio de la FGE, quemando vehículos del estacionamiento, causando más destrozos y lamentablemente provocando heridas a personal de la Guardia Nacional y de la Propia FGE.

El secretario de Gobierno, el de Seguridad Pública y el director de Gobernación pudieron haber dicho misa y haberse incluso equivocado en apresurarse a emitir juicios diciendo que los policías fueron atacados por los jóvenes presuntamente estudiantes. Era la FGE, con un actuar rápido, siguiendo los protocolos y técnicas de investigación, la que determinaría qué fue lo que realmente pasó… y no lo hizo.

Las investigaciones ya están en manos de la Fiscalía General de la República, quien ha solicitado la atracción del caso y lo deseable es que pueda resolverlo. Con ello, la Fiscalía de Guerrero ha quedado en evidencia, desacreditada y seguramente, en aras de preservar la normalidad y sobre todo la gobernabilidad en nuestro estado, tendrán que tomarse decisiones al más alto nivel. Vale.