LA POLÍTICA ES ASÍ, EL PLAN DE SEGURIDAD DE AMLO ÁNGEL AGUIRRE

LA POLÍTICA ES ASÍ, EL PLAN DE SEGURIDAD DE AMLO ÁNGEL AGUIRRE

30 noviembre, 2018 0 Por novaweb

Acapulco, Gro; 30 de noviembre de 2018. – Proponer cambios –así sean éstos para mejorar–, genera resistencias; es el caso del círculo rojo de intelectuales, que ha recibido con escepticismo el plan de seguridad que dio a conocer recientemente Andrés Manuel López Obrador.

En mi experiencia como gobernador de mi estado, pude ser testigo del rotundo fracaso de las políticas implementadas en materia de seguridad en los últimos años.

Agravándose más con la estúpida guerra iniciada por Felipe Calderón en el combate al narcotráfico.
Hemos dicho y sostenido que las policías municipales no están lo suficientemente capacitadas, y muchas de ellas están infiltradas por la delincuencia, lo que es del dominio público.

La llegada de una Guardia Nacional, constituida por elementos del Ejército, Marina y Policía Federal, abre la posibilidad real de capacitar y profesionalizar a nuestros cuerpos policiacos en el ámbito municipal y estatal.

El espíritu de servicio y lealtad a las instituciones que se siembra a los elementos del Ejército y la Marina, abre una brecha de confianza y esperanza en estas dos instituciones, que junto con la Iglesia católica, son las mejores evaluadas por los mexicanos.

El compromiso de AMLO, de enviar el mayor número de elementos de la Guardia Nacional a los lugares donde se encuentran los mayores índices delictivos, genera una luz de esperanza para los guerrerenses, particularmente en zonas desprotegidas, como la Sierra, Tierra Caliente, Chilapa, Chilpancingo y Acapulco.

Si se reconoce que han fallado los planes de las últimas administraciones, vale la pena otorgar un voto de confianza al nuevo gobierno, bajo la invariable premisa de que se respetarán los derechos humanos.

Una revisión profunda de la estrategia presentada por López Obrador, dejaría en claro que se trata de un enfoque multidimensional, que busca atender causas y efectos de un fenómeno complejo como es la violencia en nuestro país.

No se puede dejar de lado que a favor de López Obrador juega la legitimidad que le da la elección del primero de julio; en contra, tiene la impaciencia y el dolor de cientos de miles de víctimas de la impunidad y la injusticia que colapsó al país.

Separar la seguridad pública de la Secretaría de Gobernación es un acierto y AMLO ofrece que su estrategia no se limita a militarizar al país; incluso, ofrece que el ochenta por ciento del Plan Nacional de Seguridad, recaerá en atender las causas que originan la inseguridad y la violencia. Recordemos que en años recientes, el presupuesto destinado a la prevención del delito disminuyó gradualmente hasta prácticamente desaparecer.

También propone crear una estructura territorial que coordine y dé seguimiento a la estrategia; “atender antes que nada lo económico y lo social”, combatir la corrupción, así como impulsar las reformas constitucionales para tener un marco jurídico del nuevo modelo.

Por otro lado, tendríamos que aceptar que los problemas de inseguridad y violencia no van a ser resueltos por un hombre o un gabinete, sería ingenuo pensar algo así, y en la medida que todos seamos parte de la solución el cambio será posible.

Lo que veo en la intención de Andrés Manuel para recuperar la paz es impulsar un enfoque integral que incluya oportunidades de educación, empleo, salarios y deporte.

Esto permitirá arrebatar a nuestros jóvenes de las garras del crimen.
Para entidades como Guerrero, con mayores índices de homicidios y delitos, representan la oportunidad de hacer bien las cosas, de hacer las correcciones necesarias.

México no tendrá presente ni futuro, si no logramos que las familias puedan caminar por las calles, los empresarios encuentren seguridad a su vida y su patrimonio.
La historia se escribe todos los días. Y en ningún lugar dice que estemos condenados al fracaso.

Del anecdotario

Corría el año de 1991, fecha en que inició la 55 Legislatura de la Cámara de Diputados, de la que formábamos parte Nabor Ojeda Delgado –quien fungía como nuestro coordinador–; Porfirio Camarena Castro, dirigente cetemista; Fernando Navarrete Magdaleno; Luis Jaime Castro; Hugo Arce Norato; Efraín Zúñiga Galeana; Jesús Ramírez Guerrero; Florencio Salazar Adame y un servidor, representando todos al estado de Guerrero.

Nabor propuso una comida mensual entre nosotros, para estrechar nuestros lazos de unión y mantener una mejor coordinación en el trabajo legislativo.

La primera y única, la celebramos en el histórico restaurante Prendes, por donde habían desfilado infinidad de personajes de nuestra historia.
En ese lugar precisamente, se dio un encuentro entre el chacal Victoriano Huerta y el hermano del apóstol de la revolución, Francisco I. Madero.
Se llamaba Gustavo, y fungía por aquellos años como diputado federal. Comiendo en una de las mesas del lugar, el dictador Huerta preguntó al diputado Madero si llevaba pistola, a lo que éste contestó que no.

–Pues permítame diputado, yo le regalo mi arma como muestra de amistad entre usted y yo.

Madero se negó a recibirla, pues estaba convencido de que Huerta muy pronto traicionaría a su hermano, quien ya fungía como presidente de la República.

Así sucedió a los pocos días, en lo que se conoce como la Decena Trágica, en donde el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez perdieron la vida; mientras que el propio diputado Gustavo Madero fue vilmente asesinado en La Ciudadela de la Ciudad de México.

De esta forma Huerta consumó su traición, de la que le había hablado Gustavo a su hermano Francisco, pero éste nunca le creyó.

En ese lugar con todo ese bagaje histórico, departíamos los diputados guerrerenses, cuando a alguien se le ocurrió preguntar:

–De los que estamos aquí, ¿quién creen ustedes que llegará a ser gobernador de nuestro estado?
Nos miramos entre nosotros y alguien dijo Porfirio y otro dijo Nabor cuando el diputado Florencio Salazar nos detuvo a todos para decirnos: “A ver, a ver… el que será un día gobernador será Ángel”, y dio sus argumentos de por qué yo llegaría a ocupar esa responsabilidad.

Llegó la cuenta, y ninguno tenía la pretensión de pagarla, por lo que de manera resuelta dije al mesero: “A ver, tráigame la cuenta, yo la voy a pagar”.

Y me dije en mi interior: al fin que un día voy a ser gobernador…
¡La política es así!